El Madrid de Ayuso es un sepulcro blanqueado que luce aparentemente como gran ciudad mientras la miseria invade los servicios de salud.
Me da lo mismo lo que hayáis votado, en vuestro pecado estáis llevando vuestra penitencia. Pero estáis dando un mal ejemplo al conjunto del país con un conformismo que me cuesta reconocer en un pueblo que a lo largo de la Historia en muchas ocasiones supo luchar firmemente por sus derechos y por su dignidad.
Habéis hecho circular estos días atrás el chiste (que si no se tratara de algo tan grave como la salud podría incluso ser ingenioso) de que “si no os cogen el teléfono en el centro de salud, llamad al bar”. Toda una proclama de dócil conformismo, y una manera de blanquear el chulapismo inadmisible de la manera de gobernar de alguien a quien preferís llamar loca, en lugar de ponerle el adjetivo adecuado de irresponsable o de vendida a los intereses privados en materia de sanidad y aledaños.
Igual que el Madrid del llamado “siglo de oro” era un lodazal desorganizado, sin urbanización, y donde las primeras alcantarillas que se construyen comienzan a planearse en 1606 (cuando ¡los romanos!, siglos atrás, ya habían dispuesto de esos servicios) el Madrid de Ayuso es un sepulcro blanqueado que luce aparentemente como gran ciudad mientras la miseria invade los servicios de salud, tal vez a la espera de que los opulentos del mundo terminen adueñándose de ellos.
Para no dotar de profesionales como es debido a la atención primaria se inventan un sistema para que los ciudadanos autogestionen la pandemia, regalando test o PCRs en las farmacias, y te ponen un teléfono, el 900102112, adonde llamas si das positivo y te dicen que te autoconfines, y que ya te llamarán. Mientras las televisiones sacan durante los días navideños “alegres reportajes” de autoconfinados leves que nos cuentan frívolamente su convivencia con el covid, como si de un juego de rol se tratara.
Pero nadie te cuenta la verdadera realidad, que consiste en que en Madrid hay nuevamente más del doble de casos positivos de covid que el que quienes manejan la Comunidad declaran. Y mientras duran esos entretenimientos televisivos, no te llaman, o llaman a pocos, porque no han dotado de médicos suficientes para afrontar una pandemia. Y el que se cura, lo hace por su cuenta -a saber, por cierto, con qué posibles secuelas-; y el que empeora, entonces sí lo llevan al hospital, cuando a lo mejor podría no haber tenido que ingresar si hubiera recibido la atención debida en su confinamiento.
Un juego de auténticos trileros que parece que nadie quiere ver, y que los tribunales prefieren ignorar: a saber por qué. Aunque también eso tendría que investigarse.