Los establecimientos alimenticios, autorizados a abrir durante la crisis sanitaria del COVID-19, pueden ser un punto de riesgo en el contagio del virus si no se toman las debidas precauciones
Los supermercados y las tiendas de alimentación son, posiblemente, uno de los destinos favoritos de los ciudadanos españoles que, como muchos otros, ven estas semanas enormemente limitada su libertad de movimiento. Por unos breves minutos, aprovechamos el momento de la compra para cubrir nuestras necesidades de abastecimiento y salir del confinamiento en casa que nos obliga el estado de alarma para evitar la propagación del coronavirus. Grandes o pequeños, esos establecimientos de alimentación se cuentan entre los pocos autorizados a mantener abiertas sus puertas, pero la visita no está libre de riesgos. ¿Hasta qué punto nos arriesgamos a un contagio de COVID-19 al hacer la compra? ¿Es necesario tomar todas esas precauciones que nos llegan por las redes sociales o por WhatsApp? Lo explicamos en el siguiente artículo.
El peligro es relativo, pero subestimarlo sería a todas luces imprudente. La COVID-19 se transmite principalmente de persona a persona y no existe a día de hoy ninguna evidencia de su contagio por medio de los alimentos, pero también sabemos que el SARS-CoV-2 puede sobrevivir a temperatura ambiente en la superficie de los productos y objetos (carritos, estanterías, puertas) de los establecimientos de compra durante cierto tiempo. Si entramos en contacto con el virus y luego nos llevamos las manos a la boca, la nariz o los ojos, es posible contraer la enfermedad.
Y aunque el riesgo cero no existe, hay una serie de medidas que podemos tomar para minimizarlo tanto como sea posible, empezando por las más básicas: si presentamos algún síntoma, no se puede ir al supermercado. Debemos quedarnos en casa y actuar siempre como si pudiéramos contagiar a otros. Y si no tenemos síntomas y necesitamos ir a la compra, las recomendaciones son las siguientes:
Antes de salir de casa para hacer la compra
Antes de salir de casa, conviene tener una cosa clara: cuanto más tiempo pasemos haciendo la compra, mayor será el riesgo que corramos y la posible exposición al virus.
Una planificación adecuada que incluya el menú de los próximos días y una lista de la compra detallada son, por eso, fundamentales, sabiendo de antemano para cuántos días necesitaremos adquirir. “Podemos comprar productos frescos que aguanten un poco más, o conservas. Y, ante todo, comprar lo normal, no cantidades ingentes de comida que no nos van a hacer falta”, argumenta Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria. “Lo ideal sería ir cada cuatro o cinco días; no a diario. No necesitamos pan todos los días… Se puede congelar o comprar pan de molde integral. También podemos incluir productos como conservas de verduras, caldos, pasta… No hace falta hacer ningún acopio extraordinario”, comenta.
Al salir de casa, no olvides que debes hacerlo solo y con tu propia bolsa. Aparte de evitar el consumo innecesario de plásticos, así podrás ir y volver sin necesidad de tocar los carros o cestas de la compra (aunque estén desinfectados). Dependiendo del establecimiento o de la hora a la que acudas, puede ser que el acceso esté restringido, a fin de evitar las aglomeraciones de clientes y que se pueda mantener la distancia de seguridad necesaria (de al menos un metro) para prevenir contagios. Y una vez dentro, conviene no tocar nada, excepto los productos que se adquieran, eligiéndolos con la vista y sin andar separándolos para, por ejemplo, coger el que está detrás.