Para prevenir el cáncer de vejiga, cambia tus hábitos (y bebe agua del grifo)

Salud
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times
Star InactiveStar InactiveStar InactiveStar InactiveStar Inactive
 

La causa más clara de este tumor es el tabaco. La asociación entre el consumo de agua del grifo y el cáncer de vejiga, analizada en un estudio reciente, no es un problema de salud real

No te preocupes del agua del grifo, y sí de tu dieta y de tus hábitos de salud. Es la conclusión a la que podemos llegar después de que una reciente investigación nos haya metido el miedo en el cuerpo al asociar el cáncer de vejiga con el consumo de agua del grifo. Porque, si analizamos la letra pequeña de este trabajo, podemos ver que la alerta es infundada; de hecho, como señalan los propios autores del estudio en declaraciones al periódico El Mundo, “el agua del grifo es potable y se puede beber”.

Pero primero expliquemos de dónde viene la alarma. Acaba de hacerse público en la revista ‘Environmental Health Perspectives’ este estudio, realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en el que se concluye que “la exposición a químicos en el agua potable se asocia con un 5 % de los casos anuales de cáncer de vejiga en Europa”. Este porcentaje equivale a unos 6.500 casos cada año, una cifra que, según los autores, podría reducirse aplicando determinadas medidas para optimizar el tratamiento del agua y su desinfección.

Tratamiento del agua, esencial

Precisamente en el tratamiento del agua está la clave de este asunto y es, de hecho, el punto de partida de la investigación, en la que se reconoce que “la desinfección del agua potable es esencial para la protección de la salud pública contra las infecciones transmitidas por el agua”. El problema, continúan los autores, es que en este proceso, y como consecuencia no deseada, se forman subproductos de desinfección (DBP). Se trata de “una mezcla compleja de cientos de químicos a los que prácticamente toda la población de los países desarrollados está expuesta por ingestión, inhalación o absorción dérmica cuando bebe o usa agua del grifo municipal y nada en piscinas”. Es decir, que, cuando tratamos el agua para hacerla potable, estamos asumiendo que se formen una serie de compuestos tóxicos.

¿Nos asusta? Mucho peor sería no clorar el agua. Como explica Javier Puente, director del Instituto de Oncología del Hospital Clínico San Carlos y especialista en tumores urológicos, “el agua que consumimos está procesada con el objetivo de eliminar cualquier microorganismo que pudiera afectar a nuestra salud. Pensemos que el agua de la lluvia o de los manantiales no está exenta de peligros (parásitos, bacterias, virus…), por lo que hay que tratarla para convertirla en potable”.

El método que utilizamos con mayor frecuencia es la desinfección por cloro, un compuesto que a partir de ciertas dosis es tóxico para el organismo. En condiciones normales, cuando este cloro se combina con cierta materia orgánica presente en el agua, puede dar lugar a otros compuestos tóxicos, esos DBP a los que hacíamos referencia. Entre ellos, uno de los compuestos que se forman en concentraciones más altas son los trihalometanos (THM). Y éstos son los villanos de esta historia: según la investigación realizada, esos 6.500 casos anuales de cáncer de vejiga en Europa “pueden ser atribuibles a la exposición a THM en el agua potable”.

Límites para reducir sus riesgos

En realidad, el trasfondo no es novedoso. De hecho, hay estudios previos que ya han asociado la exposición a largo plazo con un mayor riesgo de cáncer de vejiga. Y, precisamente porque se sabe que los THM son potencialmente cancerígenos, la legislación ha establecido una serie de límites para reducir sus posibles riesgos. Así, el reglamento europeo ha cifrado en 100 microgramos/litro el límite máximo de THM que puede estar presente en el agua para consumo humano. Pues bien, en la investigación se ha comprobado que “el nivel medio de THM en el agua potable en todos los países estaba por debajo del límite reglamentario europeo”. En el caso de España, estos niveles son de 28 microgramos/litro, mientras que la media europea es de 11,7; es decir, cumplimos el reglamento.

En este sentido, desde la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento han emitido un comunicado en el que recalcan que “las aguas de consumo suministradas en España, en su condición de APTAS, cumplen en todos los casos con la exigente normativa de la legislación española, basada en la legislación de la UE” y recuerdan que “el control del agua para el consumo humano (popularmente denominada potable) está asegurado por la autoridad sanitaria correspondiente”.

CONTINUAR...