HISTORIA CRONOLÓGICA DE CATALUÑA (XXVIII)

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(DESDE LA PREHISTORIA HASTA LA ACTUALIDAD)
Por Pedro de Felipe del Rey

lo mismo hicieron las logias masónicas y las sociedades secretas, como la llamada El ángel exterminador, organizada por los absolutistas, quienes también formaron partidas armadas, como la de la Trapa en Cataluña, dirigida por el monje trapense fray Antonio Marañón, que llevaba en su pecho un gran crucifijo y, en la cintura, un sable y dos pistolas; éste tomó por asalto la Seo de Urgel el 21 de junio de 1822, a pesar de estar defendida por un ejército con sesenta cañones. Por fin, estalló la guerra en Cataluña entre absolutistas y liberales. La situación se agravó tanto que dio lugar a que la Santa Alianza (creada en el Congreso de Viena y firmada en París el 26 de septiembre de 1815 entre el rey de Prusia y los emperadores de Alemania y Rusia, para defender la legitimidad de las monarquías; después se agregaron otros soberanos), reunida en el Congreso de Verona (Italia) entre octubre y diciembre de 1822, con representantes de Austria, Rusia, Cerdeña, Toscana, Módena, Parma, Inglaterra, el Vaticano y Francia, decidiera la intervención en España de un ejército francés de cien mil hombres, llamados los “hijos de San Luis”, mandados por el duque de Angulema.

Ante la llegada de este ejército, el rey con su familia y las Cortes marcharon a Sevilla, donde reanudaron sus sesiones el 23 de abril de 1823; como los franceses llegaban a Andalucía, el Gobierno y los diputados decidieron marcharse a Cádiz; pero el rey se negó; entonces le declararon demente, le suspendieron del poder, nombraron una Regencia y se marcharon a Cádiz, donde continuaron las sesiones de las Cortes el 15 de junio del mismo año. Por fin, llegaron los franceses y cercaron la ciudad de Cádiz; cuando los constitucionales vieron que era imposible resistir, se rindieron. Los franceses llevaron a la familia real a una falúa, que la condujo al Puerto de Santa María, donde fue recibida por el duque de Angulema, quien, tras haber restablecido en el absolutismo a Fernando VII, se marchó con su ejército.

El rey, desde el mismo Puerto de Santa María, publicó un decreto, con fecha 1 de octubre de 1823, declarando nulo todo lo que había sido hecho por las Cortes, el Gobierno y por él mismo (pues decía que le habían obligado a ello en contra de su voluntad) desde el 7 de marzo de 1820 hasta ese mismo día 1 de octubre. Así acabó la etapa de su reinado conocida como “el trienio liberal” (1820-1823) y comenzó la etapa que se conoce como “la década ominosa” (1823-1833). El rey dio un giro de ciento ochenta grados, y en seguida comenzó un sinnúmero de represalias contra todos los que se habían destacado, tanto en la política como en el ejército, a favor del régimen constitucional. No obstante, el pueblo, que antes aplaudía a los liberales, ahora también aplaudía al rey por haber tomado estas nuevas medidas; a su regreso a Madrid, la muchedumbre gritaba en Utrera: “¡Viva el rey absoluto! ¡Vivan las cadenas¡”.

El 13 de noviembre de 1823, entró, Fernando VII, en Madrid sentado en un carro triunfal tirado por veinticuatro jóvenes, en medio de los aplausos de la multitud llena de alegría, alentada por la sociedad del Ángel exterminador, dirigida por el prelado de Osma, por la Gaceta y por El Restaurador, redactado por fray Manuel Martínez. Se formaron comisiones militares, que se ocuparon de llevar a cabo una serie de depuraciones por medio de la horca y el fusilamiento; así fueron eliminados célebres personajes, como el general Rafael de Riego, que, tras confiscarle sus bienes, fue ahorcado en la plaza de la Cebada en Madrid el 7 de noviembre de 1813; su cabeza fue enviada a las Cabezas de San Juan, y su cuerpo fue hecho cuartos: uno enviado a Sevilla; otro, a la isla de León; otro a Málaga; y otro quedó en Madrid. Juan Martín (El Empecinado), primer guerrillero durante el reinado de José Bonaparte, admirado por los generales españoles y por lord Wellington, y hasta por los generales franceses (Suchet, Belliart y Hugo), ascendido a general, fue preso durante dos años en Roa (Burgos); durante este tiempo se le exponía los días de mercado metido en una jaula de hierro, para ser objeto de toda clase de insultos y apedreamientos; por fin, fue cosido a bayonetazos y después ahorcado su cadáver el 19 de agosto de 1825.

El general José María Torrijos fue fusilado con cincuenta y dos compañeros en Málaga el 11 de diciembre de 1831. María Pineda fue ejecutada en Granada el 26 de mayo del mismo año a los 27 años de edad, etc. También fue restablecida la Inquisición con el nombre de Junta de la fe, la cual, en Valencia, condenó a muerte por hereje a Antonio Ripoll, maestro de primera enseñanza en Ruzafa, quien fue ejecutado el 31 de julio de 1826, y su cadáver metido en un tonel pintado de reptiles fue tirado al río. Mientras sucedían estos hechos, las colonias españolas de la América continental, que habían comenzado el movimiento independentista en 1810, consumaron su emancipación tras derrotar a las tropas de España en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824; del imperio colonial español, sólo quedaron bajo la soberanía española Puerto Rico y Cuba en América y, por otra parte, las islas Filipinas, Carolinas, Marianas y Palaos. En 1801, se casó Fernando VII con María Antonia de Borbón, hija del rey de las Dos Sicilias, Fernando IV, la cual murió el 1 de mayo de 1806 sin dejar descendencia. En 1816, contrajo matrimonio con Isabel María Francisca de Braganza y Borbón, nacida en 1797, hija de Juan IV y de su esposa Carlota Joaquina de Borbón (reyes de Portugal), la cual falleció en 1818 sin dejar descendencia.

(Continuará).