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Miércoles, 13 Enero 2021 11:23

¿DE DÓNDE PROCEDÍAN LOS MAGOS LLEGADOS A BELÉN?

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I) La versión de los Evangelios. El apóstol Mateo dice esto: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en los días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: […]. Ellos (los magos), habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” (2:1-11).

El evangelista Lucas afirma: “Y aconteció que estando ellos (José y María) allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (2:6-7). En mi libro Jesús de Nazaret (Un personaje histórico), pp. 193-205, considero esto ampliamente; trataré de resumir aquí algunos párrafos: José y María llegaron por la noche a Belén; llamaron en el mesón, y, sin verlos, les dijeron que estaba todo ocupado; pero, en un lateral del mesón, había una especie de corral donde entraban los viajeros para descargar las mercancías de sus jumentos; después dejaban los animales bajo un cobertizo preparado para ellos; es decir, un establo; allí había pesebres para dejar los animales comiendo; y los viajeros entraban desde allí al mesón; José y María se resguardaron en ese cobertizo; no se dice que allí hubiera ningún animal; ellos tampoco llevaban una burra. Por tanto, cuando nació Jesús esa noche, su madre, después de envolverlo en pañales, lo colocó en uno de esos pesebres; que era un hueco en la pared como a un metro de altura del suelo.

II) La versión de Benedicto XVI.

“María puso al niño recién nacido en un pesebre (cf. Luc 2, 7). De aquí se ha deducido con razón que Jesús nació en un establo, […]. En la región en torno a Belén se usaban desde siempre grutas como establo (cf. Stuhlmacher, p. 51).” (La infancia de Jesús, p. 74).

“En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esa laguna, remitiéndose a Isaías 1, 3: ‘El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende’.” (Id., 74).

“Así como la tradición de la Iglesia ha leído con toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1, 3, y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno, así también ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72, 10 e Isaías 60. Y, de esta manera, los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios.

“La promesa contenida en estos textos extiende la providencia de estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis-Tartesos en España), pero la tradición ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia u Europa.” (Id., pp. 101.102).

Vemos que Benedicto XVI introduce, en su relato, el uso de la “gruta como establo”; de aquí viene que muchos belenes se coloquen en una gruta. Por esto, también el buey y el asno (que toman del AT) los colocan en una gruta. Pero esta versión de la gruta (aunque él no lo dice en su libro) está tomada de un evangelio apócrifo, que cuenta que Jesús no nació en Belén, sino en el campo, dentro de una cueva (o gruta), porque a sus padres no les dio tiempo de llegar a Belén, María venía montada en una asna; así lo cuenta: “Y al llegar a la mitad del camino, dijo María a José: ‘Bájame, porque el fruto de mis entrañas pugna por venir a luz’. Y la ayudó a apearse del asna, diciendo: ‘¿Dónde podría yo llevarte para resguardar tu pudor?, porque estamos al descampado. Y, encontrando una cueva, la introdujo dentro, […] y se fue a buscar a una partera hebrea en la región de Belén. […]. Y, al salir la partera de la gruta, vino a su encuentro Salomé, y ella exclamó: ‘Salomé, Salomé, tengo que contarte una maravilla nunca vista, y es que una virgen ha dado a luz; cosa que, como sabes, no sufre la naturaleza.’ Pero Salomé repuso: ‘Por vida del Señor, mi Dios, que no creeré tal cosa si no me es dado introducir mi dedo y examinar su naturaleza’. […]. Salomé, pues, introdujo su dedo en la naturaleza, mas de repente lanzó un grito, diciendo: ‘¡Ay de mí! ¡Mi maldad y mi incredulidad tienen la culpa! Por tentar al Dios vivo se desprende de mi cuerpo mi mano carbonizada.” (Aurelio de Santos: Los evangelios apócrifos, BAC, segunda edición, 1963, pp. 164-169). Por tanto, los animales que tomaron de esos textos del AT, los colocaron en esa “gruta o cueva” (pues las dos palabras están en este relato).

Por lo que se refiere al texto del Salmo 72:10, que dice: “Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; […].” Aquí, se trata de un Salmo de David, que alude a su hijo Salomón; en quien se cumplió de forma total, porque sus barcos iban cada tres años a Tarsis, de donde traían oro, plata, etc.; además muchos reyes iban a ver a Salomón, para escuchar su sabiduría, y le llevaban presentes, etc.; esto se puede comprobar ampliamente en los libros de 1 Reyes 10:14-25 y 2 Crónicas 9:13-28.

Por otra parte, Mateo dice […]: “vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, […].” Por tanto, relacionar a eso “magos” de Oriente con “el extremo Occidente (Tarsis-Tartesos en España”, es contradecir el Evangelio y desconocer la historia de la Biblia, que muestra que ese texto del Salmo 72:10 se refiere al rey Salomón, como se puede leer en la misma Biblia, en los textos indicados más arriba. 

Por lo que atañe a los magos venidos de Oriente (no tenemos espacio aquí para explicar el relato histórico de ellos); pero diremos que Alfred Edersheim (judío pasado al cristianismo en el siglo XIX), en su Obra: El Templo, su ministerio y servicios en tiempo de Cristo, pp. 83-84, explica la historia de esos magos: se trata de la colonia de judíos que vivían en Babilonia, que todos los años, los dirigentes de ellos, llevaban grandes cantidades de dinero, como diezmos y ofrendas, al templo de Jerusalén. Estos judíos esperaban la llegada del Mesías. Por esto, la estrella (áster, en griego, que también significa “luz”) que era un ser inteligente envuelto en una luz, los avisó, como avisó a los pastores en Belén. Después no los acompañó hasta Jerusalén, porque ellos conocían el camino que recorrían todos los años; pero, al salir de Jerusalén, para ir a Belén, como no conocían ese camino, apareció otra vez la “estrella” hasta ponerse encima de la casa donde estaba el niño. Decir que esa estrella era la “gran conjunción de Júpiter y Saturno  en el signo de Piscis” o una “supernova” es totalmente ridículo, ¿Cómo una supernova, que está a miles de años luz de la Tierra, se iba a poner encima de aquella casa?

Es muy curiosa la historia de esos magos anónimos inventada después en la Iglesia católica:

1) En cuanto al número de los magos: durante varios siglos, osciló entre 2 y 15, hasta que el Papa San León, en el siglo V, habla de tres (Enciclopedia Universal Ilustrada…, tomo 32, p. 252).

2)  Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar se hallan por primera vez en un códice de la Biblioteca Nacional de París, del siglo VII (Ibídem).

3) El título de reyes: el primero que los llamó así fue San Cesáreo de Arlés (c. 470-543). (Profesores de Salamanca: Biblia Comentada, tomo V, BAC, 1963-1967, p. 33).

Conclusión:

 Los tres reyes magos ni eran tres ni eran reyes ni eran magos: ¡Así se inventa la historia!

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