Los resultados electorales del 23J han sido de todo menos previsibles. Tanto las encuestas que los medios diariamente publicaban, como los sondeos ofrecidos inmediatamente después del cierre de las urnas vaticinaban que la suma de resultados del PP y Vox lograrían la mayoría absoluta de 176 escaños sin ninguna dificultad. La realidad como siempre ha sido tozuda y ha evidenciado que el mayor error que puedes cometer en unas elecciones es confiarte de las encuestas.
El mayor perdedor de la noche ha sido Vox que ha bajado sensiblemente y el vencedor, aunque haya quedado segundo, ha sido el PSOE, que no ha acusado el desgaste por el gobierno y ha mejorado sus resultados. El PP ha mejorado sensiblemente sus resultados, pero la verdad es que venían de unos resultados anteriores muy modestos por la existencia de otra fuerza política que aspiraba a destronarles como líderes de la derecha y que no se han presentado a estas últimas elecciones. La incógnita son los partidos nacionalistas, en líneas generales han bajado claramente, pero, conociéndolos, a buen seguro que el precio de su apoyo aún va a ser más caro. Veremos si el PSOE seguirá dispuesto a seguir aceptando una factura que pagamos todos.
La principal novedad de estas elecciones y que la distinguen de cualquier otra ha sido la fecha de celebración. En 45 años de democracia nunca ha habido elecciones en pleno mes de julio, bajo temperaturas que desaniman la participación, toda vez que es mucho más apetecible realizar cualquier otra actividad propia de la época estival a tener que perder un domingo para ir a votar. A mi juicio esto ha sido una de las claves de estas elecciones, toda vez que cerca de 2,5 millones de ciudadanos optaron votar por correo, cosa que nunca había ocurrido con anterioridad.
Me resulta muy curioso que en las elecciones del 28 de mayo se votara en clave nacional a pesar de ser elecciones locales y autonómicas y se infringiera un duro castigo al gobierno nacional, mientras que en estas elecciones generales, bien sea por el hastío de votar tan seguido, bien sea porque el partido perdedor de las locales tomó nota y aprendió la lección, el caso es que el vencedor de hace dos meses no ha alcanzado su propósito de alcanzar el gobierno sin dificultad, cuando parecía que lo tenía hecho hace apenas dos meses.
En cualquier caso, es innegable la derrota que sufrió el partido del gobierno en mayo y que pagaron candidatos a los que no iba dirigido el varapalo. Esta derrota fue tan contundente que el gobierno quedó muy debilitado y con un horizonte hasta las elecciones que tocaban celebrarse en diciembre en el que el PSOE iba a debilitarse mucho más. Creo que esta circunstancia ha animado a sus votantes a participar en estas elecciones y es la clave de que el resultado no coincida con las encuestas, sin olvidar la bajada de los nacionalistas que tampoco era esperada.
Otra de las claves a tener en cuenta ha sido la audacia de convocar elecciones generales inmediatamente después de la celebración de las locales. Desconozco si estaba planificada con anterioridad al 28 de mayo o fue decisión precipitada por unas circunstancias poco halagüeñas: Ha sido una medida con mucho riesgo pero que, vistos los resultados, ha salido muy bien. El derrotado del 28m ha evitado tener que estar padeciendo durante meses su derrota y ha conseguido volver a tomar la iniciativa. Está claro que una de los valores que más aprecian los electores es la valentía y suelen alinearse con quien lleva la iniciativa, al igual que ocurrió en las elecciones madrileñas de 2021.
Se me hace difícil de comprender que los electores no hayan tenido en cuenta la pérdida de libertad que hemos padecido en esta última legislatura. Ha cambiado nuestra situación personal tanto con respecto a la administración en estos últimos cuatro años que prácticamente es imposible citar todos los cambios que en mi opinión no somos conscientes de su trascendencia, creo que todos tenemos en la cabeza sobrados ejemplos de ello. Aprovechando una grave crisis sanitaria global, los ciudadanos hemos aceptado sin protestar, además de todo tipo de engaños. que tengamos que solicitar cita previa prácticamente para todo, que se nos limite nuestro derecho a circular libremente mediante un decreto, o que se deshagan instituciones básicas en nuestra democracia en beneficio personal con el mayor descaro. Nuestro Tribunal Constitucional, antes de ser cambiado, dictó varias sentencias muy relevantes sobre ello, pero la verdad es que no ha tenido ninguna consecuencia a la hora de votar, cosa que me preocupa en exceso porque si los ciudadanos no advierten esa pérdida de libertad, inevitablemente vamos a seguir por una senda muy peligrosa desde el punto de vista democrático. A todo lo anterior, también debemos tener presente una inflación no vista desde hace muchos años y un incremento prácticamente exponencial de la deuda pública. Sin embargo, todos estos datos no se han tenido en cuenta y el gobierno actual no ha sido castigado por ello en estas últimas elecciones.
Volviendo a los resultados electorales, dan la sensación de una nación fragmentada en dos grandes bloques irreconciliables, con todo lo negativo que ello supone. Inclinándome en el optimismo, voy a arriesgarme a afirmar que yo no lo veo así y que el resultado debe dejarnos abierta una rendija de luz para la esperanza. Salvo algún caso aislado, creo que la convivencia en España es buena y que vivimos en un gran país y por ello insto a nuestros dirigentes a que hagan un esfuerzo para que, al igual que hacemos los ciudadanos, acerquen sus posturas por el bien de todos, recuperemos el espíritu de concordia de nuestra constitución y logremos doblegar la ingobernabilidad que vislumbran los pesimistas, nuestras futuras generaciones se lo merecen.