Carnaval de Verano 2023

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Buenos días, Carlos Blázquez. Estamos de resaca del carnaval de verano, esa fiesta que os habéis inventado y que, como todas las fiestas de los últimos años, soportamos en exclusiva los vecinos del que os ha dado por llamar el “recinto ferial”. Llevo viviendo aquí desde el año 2003 y no, no existía el “recinto ferial”. De hecho, solo había campo y, cuando se construyó, fue una zona deportiva que nuestros hijos utilizaban. Poco a poco se fue utilizando, primero para la “Carpa móvil” que se instalaba en nochevieja y que, posteriormente, se amplió a carnaval, hasta que algún iluminado tuvo la feliz idea de convertir el aparcamiento del campo de fútbol en recinto ferial. Una idea genial en tanto en cuanto está a pocos metros de una zona residencial 

Lo cierto es que los vecinos de esta zona hemos ido perdiendo derechos poco a poco. No solo soportamos los efectos nocivos del ruido derivado de la fiesta de turno, sino que, además, vemos vulnerados y lesionados derechos y libertades de distinta naturaleza (contaminación lumínica, invasión del dominio público, aumento de la inseguridad…), pero sobre todos ellos, el derecho al descanso. Es este un derecho que impone a los poderes públicos una obligación positiva de protección frente a cualquier agresión provenga de quien provenga, tanto frente a las agresiones de los terceros agentes del ruido como frente a las propias Administraciones encargadas de hacer respetar ese derecho, cuando no lo hacen o resulta insuficiente. En este caso concreto ni lo hacen ni resulta suficiente. Es más, es el propio Ayuntamiento el que alienta y organiza este macrobotellón donde todo está permitido, no solo el ruido intolerable hasta altas horas de la madrugada.

El artículo 5 del Real Decreto Legislativo 7/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana establece, con total claridad, que toda la ciudadanía tiene, entre otros, el derecho a una «vivienda digna, adecuada y accesible», que constituya su domicilio «libre de ruido u otras inmisiones contaminantes de cualquier tipo que superen los límites máximos admitidos por la legislación aplicable y en un medio ambiente y un paisaje adecuado».

Es decir, de manera expresa el legislador ha incluido, dentro de las exigencias de dignidad y adecuación que el art. 47 de la Constitución considera inherente al derecho a la vivienda, la exigencia de que sea un “domicilio libre de ruidos”.

Como en otros años, las respuesta a esto mostrarán una actitud excesivamente laxa o protectora respecto al infractor y displicente o despreciativa en relación con las quejas de los afectados que, en el mejor de los casos, alguien le dirá que es un amargado, defendiendo un pretendido “derecho a la fiesta”, que hay que “tolerar” caiga quien caiga y que, por supuesto, se impondría al “derecho al descanso” de los posibles afectados, normalmente sin voz ni voto a ese respecto, excluidos al parecer de cualquier opción de que se toleren sus “extrañas” preferencias. Ni siquiera se contemplan las necesidades de colectivos especialmente sensibles como niños, ancianos y enfermos, sin hablar de quienes deben preparar un trabajo o examen importante para el día siguiente o simplemente quieren disfrutar de un periodo de sueño o descanso relajado.

Aquí lo único cierto es que aquellos que debería protegernos y hacer todo lo posible por que estas actividades fueran compatibles con el derecho inalienable a la salud y al descanso, son los que promueven este tipo de actividades. 

Este año no nos han permitido entrar en nuestras casas (calle cortada al tráfico); nos han prohibido aparcar en las calles aledañas; helicóptero de la guardia civil sobrevolando, buena parte de la tarde, el barrio; la música y el botellón en el parque hasta las 06:30 de la mañana y, por si acaso se te ocurre dormir a partir de esa hora, a las 7:00 horas entran en acción los empleados municipales con los sopladores (que hacen un ruido infernal) y dando voces entre ellos para dejar la zona limpia. 

Si se quieren hacer estas fiestas, que se hagan rotando las zonas para que, de esta manera, no seamos siempre los mismos los que tengamos que soportar. Para los vecinos de la zona no hay ningún tipo de compensación. Es más, la mayoría tiene que abandonar sus domicilios para poder descansar, lo que supone un quebranto económico. Quizá si se hiciera así, aquellos que se sienten ofendidos por la crítica al ruido, cuando tocase en su zona verían las fiestas de otra manera.  

Gracias Alcalde por velar por el descanso y el bienestar de tus vecinos.

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